Un nuevo año comienza. Dejamos atrás muchos deseos, proyectos y sentimientos. Algunos inacabados, otros concretados y también cerrados.
Este enero es particular pues dos números veinte forman la cantidad del año. ¿Querrá significar algo más esta cifra? No puedo asegurarlo, pero sí sé que es hermoso levantar la mirada cada mes de enero y saber ver ante nuestros ojos un mundo lleno de esperanza, posibilidades e ilusiones.
Todo lo que nos rodea es pura magia y misterio. Pienso firmemente que debemos saber valorarlo y aún más, disfrutarlo y vivirlo.
Quizás todos los humanos que sientan lo que acabo de decir no saben aún que se distinguen del resto y son Golden Birds, por eso me parece significativo constatarlo.
Y es que para llegar hasta este tono dorado, seguro que en un pasado tuvieron que haberse vestido de pasividad, confianza, soledad, alegría, estrés, sorpresa, amenaza, inestabilidad, libertad, estimulo, ansiedad, pasión, testarudez, energía, egocentrismo, y muchas otras emociones más. Claro que siempre hay pájaros dorados de nacimiento, pero seamos honestos, no es lo habitual. Por lo general hay que pasar por un universo de emociones antes de llegar a ser áureo.
Me refiero, por ejemplo, a que es habitual vestir en la noche de color negro, lo que significa: elegancia, misterio, y/o muerte en el mundo de los colores y los sentimientos. Nuestras emociones nos hacen vestir con diferentes colores acordes a ellas según la hora del día y nuestra edad.
Por lo tanto, a lo largo de nuestras vidas seguro que hay días que vestimos con algo de seguridad, felicidad y diversión (naranja), otros días con un toque de calidad, compromiso, y austeridad (gris pardo), pasando por momentos de fuerza vital, deseo y flexibilidad (coral) o por el silencio/pulcritud, pureza, frio (blanco). Vestiremos con una multitud de infinitas opciones, personales e intransferibles.
Llegar a la gama de dorados implica haber ido eliminando de nuestros armarios todas aquellas prendas de colores (por así decirlo) que nos pesan o apagan, que no nos dejan avanzar, quedándonos con aquellas que nos impulsan y dan seguridad, y/o suman curiosidad a nuestros días. Son tonos que nos aportan estabilidad, luz y optimismo, y por supuesto, todas aquellas prendas de colores que nos motivan para seguir hacia a delante en la vida con positividad.
Por eso creo imprescindible y doy por hecho que cada uno de enero, todos hacemos limpieza en nuestro guardarropa sacando lo innecesario. Aligeramos así el inicio de año a la espera de encontrar nuevas mudas de colores mucho más adecuadas para que nos llenen la vida de alegría y color. Porque sin duda, ¡la vida está llena de color!
Hoy he decidido que voy a vestirme de rojo profundo (elegancia, madurez y cultura), para empezar el año y generar ese cambio tan esperado que quiero vivir este nuevo 2020, y de paso, recordar emociones de momentos pasados de cuando era más joven.
¿De qué color te quieres vestir tú este enero?
También propongo para este mes, especialmente para aquellos que sois críticos, románticos, sensibles, delicados, y curiosos, además de ser buenos observadores, visionar una película llena de vida y color.
Una historia increíble basada en hechos reales sobre una artista que esconde en su trama una de las más bellas y a la vez duras historias de amor que he visto, toda ella acompañada de colores.
1/ MAUDIE, el color de la vida (2016).
Feliz inicio y vuelo. ¡Nos vemos en quince días!