Menorca vive tiempos difíciles. La sociedad civil se ha adormecido. Mejor dicho, la han adormecido. No me valen los movimientos sociales y culturales sin una base económica fuerte que los sustente. Me explicaré.
Los grandes momentos históricos de Menorca tanto en lo social, como en lo cultural, vinieron precedidos de gran actividad económica que enriqueció a la población y provocó, como siempre ha ocurrido en la historia, un cambio de paradigma.
En el siglo XVIII cuando los ingleses convirtieron el Puerto de Mahón en puerto franco, provocaron un gran auge en la economía. La gente abandonaba el campo para ir a trabajar a la ciudad, al puerto para ser más exactos. Con el paso de los años todo ello provocó la aparición de una pujante burguesía que empezó a mandar a sus hijos a estudiar a Montpellier, de ahí surgirían grandes médicos, músicos, historiadores, etc. Esa nueva sociedad fue la que impulsó ya en el siglo XIX y de vuelta a la Corona española, el primer teatro de ópera de España, el Ateneo más antiguo de nuestro país y sustentó una gran actividad social y cultural que hizo florecer en Menorca un verdadero interés por la cultura, desconocido hasta el momento.
Los años sesenta del siglo XX, representaron también un fuerte crecimiento económico fruto de una nueva y próspera coyuntura nacional, que propició en toda España una auténtica revolución industrial que los menorquines supieron aprovechar creando un sector secundario hasta el momento inexistente, como fue la industria de la bisutería y del calzado, a lo que se añadió la auténtica revolución del sector servicios con el turismo. De nuevo, se vivió en Menorca un importante auge cultural con la creación de innumerables asociaciones culturales y deportivas.
En cambio, ahora se pretende una cultura oficial, políticamente correcta, subvencionada por las autoridades. Una cultura, en definitiva, artificial, que va de arriba hacia abajo y no de abajo hacia arriba. Las instituciones llevan el peso de las iniciativas, las sustentan. Son movimientos controlados, subvencionados. No hay lugar a la libertad cultural. Si surge alguna propuesta que no cumple con los cánones actuales de lo políticamente correcto se la ahoga. Sólo sobrevive lo oficial y aprobado por el “gran hermano” que es oportunamente untado, mientras otras iniciativas son arrinconadas sin remedio y abandonadas a su suerte, es decir, a languidecer hasta la muerte.
Menorca necesita volver a crecer económicamente si quiere volver a tener un resurgimiento social y cultural importante. Menorca necesita la iniciativa privada para dinamizar la economía. Menorca necesita, de nuevo, una fuerte burguesía y una pujante clase media, fruto de un gran crecimiento económico que vuelva a revitalizar la sociedad. Menorca necesita despertar ya de esta pesadilla “oficial” en que la ha sumido la izquierda gobernante que ha sido y es como un sedante de la iniciativa industrial, comercial, cultural y social, de la que había hecho gala Menorca en los últimos años.
Prueba de todo ello es el gran interés que hay hoy entre muchos jóvenes de trabajar en el Consell Insular o en algún ayuntamiento, quizá de profesor en algún colegio, en vez de montar su propia empresa. Los mejores se van de la isla. La política zafia, inculta, manipuladora y sectaria, domina la sociedad. Todo tiene que pasar por la aprobación oficial de quienes necesitan en realidad leer buenos libros, ver cine de calidad y darse algún baño de vez en cuando. Así no podemos volver a ser lo que fuimos. Así no hay esperanza.
Pero no nos rendiremos, lucharemos por sobrevivir, por la libertad, por la cultura, por el progreso. ¿Cómo? Muy fácil, con trabajo, con esfuerzo, con ahínco. Sin desfallecer. Promoviendo las iniciativas libres de los ciudadanos, dando oportunidades a los jóvenes que piden paso, despolitizando la enseñanza, descatalanizando la sociedad, quitando trabas burocráticas a la creación de empresas. En definitiva, volviendo al mundo real.
Hay tareas pendientes que no pueden esperar, desdoblar la carretera general, atraer turismo de calidad con medidas reales como las de fomentar algún campo de golf que se riega con agua depurada, promover algún puerto deportivo más y combatir la lacra de Puertos del Estado, Costas y Puertos de la Comunidad Autónoma que está acabando con el deporte base de la vela, arruinando los clubes náuticos.
No podemos olvidar la pesca, tanta restricción acabará con el sector que está en la base de nuestra cultura culinaria. Y que decir del campo y de los payeses, los grandes damnificados, los olvidados. El campo constituye un fuerte y potente sector económico que se está dejando morir irremediablemente. De seguir así Menorca será un gran bosque abandonado, pasto de los incendios. Los mayores y más grandes ecologistas son, sin duda, los hombres del campo, payeses y cazadores son los que mejor conocen nuestra naturaleza, los que más la aman y los que más la protegen.
Todo puede hacerse con el más absoluto respeto por la naturaleza. El crecimiento y el progreso debe ser ordenado, racional, respetuoso con el medio.
Agricultura, pesca, industria, servicios, todo sinónimo de crecimiento económico y bienestar. Si lo fomentamos y lo dejamos crecer, renaceremos culturalmente. El progreso económico, social, cultural y humanístico, volverá. Y la mala política se irá, volveremos a revivir épocas de esplendor.
No podemos olvidar que lo más importante de Menorca somos los menorquines, con nuestros anhelos, con nuestras inquietudes, con nuestras necesidades. Después, todo lo demás. Y entre ellos los estudiantes. No es de recibo que en el último año hayan sido rechazadas por el gobierno socialcomunista y pesemero el 58% de las becas que los estudiantes menorquines han solicitado para estudiar fuera de Menorca.
Menorca necesita un giro de 180 grados. Menorca necesita ilusión. Menorca necesita un renacimiento. Menorca necesita tiempos nuevos, gente nueva, nuevas políticas, recuperar la libertad.
Menorca debe volver a ser para los menorquines. No pueden ser más importantes las piedras que los menorquines. De qué me sirve contemplar una Menorca perfecta sino puedo vivir en ella.
Menorca debe despertar, el futuro ha llegado y se llama VOX.
Francisco (Xisco) Cardona Vidal Coordinador VOX Menorca